HUMOR NEGRO EN LOS JUZGADOS

Aunque en el Restaurante ElKuru nos gusta presumir de creyentes y practicantes activos del Humor Blanco (ese que está basado en el factor sorpresa, en la gracia, salero y simpatía innatas de la persona que lo practica y en contenidos no lesivos, ni agresivos, ni ofensivos, ni peyorativos, ni despectivos hacia otras personas) con más frecuencia de la que nos gustaría tenemos que mirar de reojo al siempre omnipresente Humor Negro (hacer un chiste, comentario o dibujo de una situación social desagradable haciendo una sátira de ella) porque gracias a él, al humor negro, obtenemos las referencias necesarias para saber en todo momento qué es no lo que no debemos hacer.

El problema que se nos plantea es que, en la actualidad, no hay día en el que los periódicos o los noticiarios no nos ofrezcan un amplio repertorio de situaciones sociales que sirven en bandeja de plata a los “humornegristas” material suficiente para que practiquen su estilo: jefes de policía local que se creen Al Capone, políticos sobornados con trajes, gobernantes que les toca tres veces el gordo de la lotería nacional, jueces condenados, padres que pierden a sus hijos en los parques y el yerno de un Rey aficionado a crear asociaciones sin ánimo de lucro que luego ha resultado que “un poco de lucro” si que tenían.

Que los juzgados se estén convirtiendo en el “Teatro de los Sueños” y sean la principal fuente de alimentación del humor negro de este país resulta, cuanto menos, gracioso y desde ElKuru como nos gusta reírnos hasta de Janeiro ya nos estamos planteando alquilarles una sala a los del Ministerio de Justicia para montar allí nuestra nueva sede para la risoterapia y los monólogos y, por supuesto, lo haremos como asociación sin animo de lucro, que es lo que está de moda (si cobramos por la entrada será por “gastos de representación”, no por otro motivo). Garantizamos un proceso risoterapeútico justo, monólogo imparcial y comisiones para todos los que vengan recomendados.

Mi nombre es Michel Jeriepas; no te lo tomes a risa, yo no me río.