TRANSPORTE PÚBLICO EN NAVIDAD
Diciembre; el último mes del año. El mes de la llegada del invierno, de la navidad, de las reuniones familiares, de los regalos, de los balances anuales, de la lotería, de las bufandas, del turrón, de los petardos en manos inexpertas, de los buenos propósitos para el año siguiente, de los cotillones de fin de año, de las cenas de navidad, del amor y, cómo no, de la prudencia y el transporte público.
Durante 11 meses al año puede que seamos uña y carne con nuestro flamante BMW, Ford, Renault, Seat, etc. Tanto en versión sedán, station wagon, 4×4, o lo que sea, nuestro inseparable compañero de las cuatro ruedas nos proporciona la libertad de movimientos necesaria para sentirnos ágiles, flexibles y disponibles para todo el mundo. Incluso cuando no es así, durante 11 meses utilizamos los atascos para hacer llamadas pendientes, con el “manos libres” o sin él (dependerá de la importancia de la llamada), Whatsap, mensajes, etc.
Con la llegada de diciembre, con sus fiestas, cenas y celebraciones (con sus correspondientes dosis de extracto de cebada, crianza, pelotazo o, simplemente, frángelico, incluidas) intentamos olvidarnos temporalmente de nuestro inseparable “amigo” y probamos a utilizar el transporte público para no tener problemas de alcoholemia, multas, etc.
Uno de nuestros primeros retos (por lo cerca que lo tenemos) es el Metro; 10 líneas a elegir y toda una lotería por delante; estaciones sin escaleras mecánicas, estaciones con escaleras mecánicas pero que no funcionan, una gama de olores corporales que ni siquiera sabías que existían, apasionados lectores de tu periódico que, sin ningún disimulo, leen la prensa gratis a tu costa, etc. Eso si, se garantiza agradable viaje amenizado con música interpretada por artistas espontáneos.
El siguiente reto es el Autobús interurbano; casi 200 líneas distintas y, por norma general (¡¡qué casualidad!!), ninguna para cerca del sitio al que te diriges. Prueba a intentar pagar con un billete de 20 € y sabrás lo que es un conductor enfadado. Sentarte, lo que se dice sentarte, no te vas a sentar, pero es casi mejor así porque de esta forma te resultará más fácil seguir el Show que monta el conductor, que tiene “palabras” para todo el mundo; otros conductores, peatones imprudentes, pasajeros con maletas demasiado grandes, etc. Lo bueno; sales con una idea clara: pasará mucho tiempo hasta que vuelvas a montar en un autobús.
En tercer lugar tenemos el Cercanías. Dirigido fundamentalmente para las personas del extrarradio, el tren de cercanías constituye una fuente inagotable de sorpresas; retrasos, huelgas, excesivo calor, excesivo frío, vagones llenos, averías y, lo más importante, la garantía de que en tu mismo vagón seguro que habrá un grupo de personas que, por el tono que utilizan, hará de su conversación la conversación de todos los pasajeros.
He dejado lo mejor para el final; el Taxi. Sin duda el más confortable pero también el más arriesgado de todos. Tendrás suerte si el conductor/a es de este país y si, además, es de la misma ciudad ya será increíble. El transporte público supuestamente más rápido y caro puede convertirse en el más lento (sin dejar de ser el más caro, por supuesto) si el “piloto” elige la ruta equivocada o si, simplemente, eres víctima de la mala suerte. Podrás comprobar como los atascos pueden surgir del sitio más inesperado. Si te gusta jugar y arriesgar en esta vida tu transporte público será el taxi.
Durante 11 meses al año somos, a la vez, víctimas y verdugos de hábitos y rutinas, pero en diciembre es distinto. Diciembre; el primer paso a alguna parte donde, tal vez, encontremos (¿o no?) una nueva vida disfrutando del transporte público.
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Comentarios (1)
lynet
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jajaja te las vieras los 335 dias es peor!! me parece tu posts!! pero a la larga creo que es mejor soportar todo tipo de olorcillos que romperse la nariz por ir manejando mareado jijij..un abrazo!
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